reflexiones en el día de papá
Papá, hace cuánto tiempo que no
me cantas la canción con la que reíamos siempre; por qué no tengo el tiempo
para compartirlo contigo en las noches, como nos divertíamos antes. Papito,
cuando cierro mis ojos ya no te veo, ni en mis sueños. Donde, dejaste tu alma
de niño, ese niño que jugaba conmigo, que no dudaba en sentarse en el suelo
para mirarme a los ojos y darme ese beso que siempre necesitaba de ti.
Papito, ya no tengo tus abrazos,
ni tengo tus manos abrigándome en este invierno. Sabes que extraño, que me
inventes un cuento, esos de hormigas y sapos, con los que soñábamos cuando
estabas recostado en mi cama. Ya no me preparas mas el desayuno con el mismo
amor y la misma sonrisa que viví hasta noviembre.
No me enseñas a jugar vóley, y
nunca pudiste ayudarme a aprender a manejar bicicleta. Ahora que estas lejos de
mi papito, no sabes cuánto te extraño, pero en mi corazoncito de niña, una sonrisa
tuya siempre viaja por mí. Y cuando veo tu porte me emociono tanto y sonrío,
pero no eres tú. Mamá dice que nunca olvide lo poco que recuerdo de ti, pero
ella no me dice que más hiciste por mí.
Recuerdo mis primeros meses de
vida, cuando dormía en tu pecho y me sentía muy protegida, ahora han pasado
siete años y tengo miedo, porque ya no sé como eras tú. Cuando subíamos a los
juegos reías tanto, que me contagiaba
esa alegría y esa fuerza para hacer como tú. Ahora no puedo imaginar si sonríes
o no, porque no tengo en mi mente solo en mi corazón. Y es que el crecer sin
ti, me ha hecho daño.
Mis amigas tienen un papá y una
mamá, siempre van juntos al colegio. Yo quisiera vivir lo mismo, pero no puedo.
He olvidado tantas cosas de ti, que siento que pronto dejaré de sentirte
papito. Y cuando sea grande espero poder recordarte. Nunca me olvides tu
papito, duerme con esa foto de nuestra familia, con la que siempre dormías. Y no
dejes de pensar en mi, me lo prometiste alguna vez. Que tengas un buen día del
papito este día, te lo dedico yo: tu hija.
Una noche, mi pequeña recibí tu
carta al corazón, porque nuestros sueños son los mismos y nuestros espíritus
nunca se extinguirán. Yo si recuerdo cada instante a tu lado. Cada momento de
risa, tristeza y de enfado. Pero nunca olvidare esos ojitos brillosos del día
de tu Adiós. Fue el día más doloroso. Ahora puedo saber que estas creciendo y
en este día, no me sentiré solo, porque tu carta al corazón ha llegado y nunca
se borrará de de mi mente.
Dios te cuide y te acompañe
siempre por el camino correcto de la vida. Cuida tu apellido y tu imagen de
dama. Lucha por lo que quieres y nunca hagas daño a las personas que como tú
aun sueñan con un mundo mejor, como lo soñábamos los dos. Y recuerda que cada
vez que cante un pajarito, será como mi risa, en una de esas tantas aventuras
que vivieron nuestros corazones antes de noviembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario