sábado, 15 de diciembre de 2012

EDUCACIÓN: RAMAS Y RAÍCES

EDUCACIÓN: RAMAS Y RAÍCES

Sigifredo Orbegoso V.

La Educación es un problema supraestructural que compromete un mar de fondo social, económico y político, por lo menos. En consecuencia, la educación primaria hasta la superior implica una problemática que no comienza ni agota con métodos de enseñanza-aprendizaje, evaluación, estándares, estrategias para alcanzar la pretensión de hablar de una educación de “calidad”. Pues a estas alturas de los tiempos y las exigencias de los avances científicos, tecnológicos, y de la competitividad de un mercado que antes no existió, si la educación no es de calidad simplemente no servirá de gran cosa para conseguir el desarrollo del país. Seguiremos superviviendo como exportadores de materia prima.

Y los países que no tienen materia prima o ya son desarrollados, igualmente continuarán en la lucha por la calidad de su enseñanza que les permita mantener su prestigio y la elevada formación profesional de sus egresados. Pero el problema es más complejo. Como la educación Pública era insuficiente, la actividad privada comenzó a incursionar en ese terreno con notorios bríos, aunque no siempre con la idoneidad que la materia requería. Es decir, no todos vieron un renglón que había que llenar con eficiencia y eficacia, sino que estimaron que se abría la posibilidad de incursionar en un nuevo negocio, que podía ser bastante rentable. Y comenzaron a andar sin otra mira que la crematística, olvidando los altos fines que significa la educación para un país. El resultado ha sido en muchos casos deplorable. Era irrisorio sacar a profesionales de tan bajo nivel para ejercer a nombre de la Nación.

Entonces desde el Estado y los sectores privados se conformaron entidades que se encargaran de lo que se ha venido en llamar la “Acreditación”. O sea, expertos que luego de autoevaluaciones y evaluaciones, llegaran a comprobar que las universidades sometidas a estudio estaban en la capacidad de dar una educación de CALIDAD. Pues cumplían con los estándares exigidos. Y las que no habían alcanzado pasar el “examen”, simplemente salían desaprobadas para otorgar títulos.

Pues bien. Todo esto está muy bien. Pero el problema educativo como otros, verbigracia: la seguridad ciudadana, no se resuelve sólo con más patrulleros y policías, si no se tocan las canteras de donde salen los delincuentes. En la educación correspondiente a las universidades públicas no habrá una verdadera calidad, si no hay una decisión del Estado en proveer a dichos centros superiores de estudio de los medios presupuestarios que tal fin reclama. Tal como ocurre con otros países que están adelante. Igual las cosas muy poco cambiarán si la corrupción sigue carcomiendo en este caso los Poderes e instituciones públicas. Si no hay autoridad moral e intelectual de dichos Poderes e instituciones para exigir a otras como las universidades, que podrían también exigirles “acreditación”. Curioso ¿verdad?

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