domingo, 17 de marzo de 2013

GENTE INFELIZ


GENTE INFELIZ


Dicen los hombres que existió alguna vez un ser que nunca sintió lástima por él y nunca entendía que siempre perdería en el amor. Dicen las mujeres que lo conocieron que era un gran ser y para otras era lo peor que pudo haber existido. Como fuere el caso, él simplemente existió. Esta es la historia de alguien que se perdió entre las noches frías y los cálidos amaneceres a orilla de playa.

Son muchas las formas de iniciar esta construcción, pero aun así se hace difícil escribir con la correcta apertura. Como fuere el caso trataré de ser lo más leal a la historia que se cuenta por ahí, tanto en la calle como en los corazones de quienes lo conocieron alguna vez. Con esa sonrisa tierna, con esa mirada de águila, con ese corazón bondadoso, y con ese amor de hombre que nadie quiso recibir.

Alguna vez me lo pude cruzar y lo único que pude sentir fue frio en su andar. Tan rígido como siempre, tan aburrido. Eso me dijeron alguna vez de él. Y es que pude notar que su caminar tenía siempre un método, un esquema. Eres maravilloso escuche alguna vez, de una bella doncella de 25 años. La que siete meses después, ya no le dijo nada más. Lo olvidó así de simple. Miraba cada contexto de sus días y la verdad nunca lograba entender nada.

Siempre para mí era complejo todo, ya me imagino como sería para él. Y es que me sentí llamado a seguir de cerca la historia que trato de narrarles, porque nos puede pasar a cualquiera (si es que ya no nos ha pasado). Una vez lo vi sonreír; tenía brillo en sus ojos, fue el mejor al volante y sobre todo recuperaba su vida. Una vez lo sentí vivo cuando jugamos futbol contra su equipo y nos ganaron con alegría. Esa alegría que brotaba de su pecho al saber que era amado.

Amor que no le duró, amor que no comprendió; o será que simplemente nunca ella lo amó y un plan de vida terminó. Son muchas las historias callejeras que de él se han escrito, entre chismes de vecinos con tienda, o mujeres católicas que venden vino a menores de edad y se golpean el pecho cada domingo en misa, para limpiarse de sus pecados. Es esa sociedad en que él ahora se ha perdido.

Ahora camina triste, frio, negro. No brillan sus ojos, no sonríen sus labios y mucho menos no retumba su alegría en su pecho. Solo pasa de un lugar a otro; está muerto en vida. Esa llamada lo mató. Cortó todo. Truncó sueños, alegrías, emociones. Esa llamada arruinó lo que un día creó. Era ella la que una vez permitió diseñar un plan de vida con besos y juramentos de amor eterno. Con niños de por medio.

No siento lástima por él, porque sé que él es bueno. Si no tuvo suerte en el amor hoy mañana lo tendrá. Y si aun así las cosas le van mal, sabrá que lo amaron y que nunca lo amaron. Nadie podrá quitarle lo poco que ha vivido en un mundo tan vacío, superficial e hipócrita. Nadie se dará cuenta que a un gran ser han perdido. Y cuando éste haya muerto sentirán recién su ausencia y recordarán su sonrisa y su alegría, como solo él sabía tener.

Ahora camina entre las noches muy frías, de sueños oscuros y lejanos mares negros cargados de amor que nunca probó. Ahora él despierta entre amaneceres de playa y tristes calles, bañadas del mismo odio que ahora siente por cada gente que no deja ser feliz a nadie. (HAAV-17-3-13)

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