martes, 24 de mayo de 2011

Ya no son 15 años los que me acompañan

-YA NO SON 15 LOS AÑOS QUE ME ACOMPAÑAN-

Por. HAV

24 de mayo del 2011.
Cuando uno escucha canciones y entiende la letra, se da cuenta de que muchas hablan de la vida, el amor, los amigos, las aventuras y entre otras cosas de los fracasos. Todos nos identificamos en algún momento con parte de esa canción que nos llega al corazón. Cada mañana la misma letra se escribe con el amanecer, en cada paso dentro de tu casa y rumbo al trabajo; o con los amigos que ya no son muchos.
Dentro de ese recorrido uno aprende a valorar la vida y aprende del día a día; como aquellas mañanas y tardes de cada fin de semana cuando miraba a los ojos de mi abuelo antes de hacer las travesuras que estaban siempre acompañadas de una sonrisa cómplice del longevo hombre de cabello cano. Ahora “pancho” duerme en mis recuerdos y me abraza cuando voy a tomar una decisión apresurada.
He crecido no sólo en peso ni en talla; la vida me ha llenado de sabiduría, donde las experiencias magras son muchas y afectan aún cuando regreso por los pasos que ya dejé la mañana de ayer. He visto a mis “amigos” afinar su venenosa lengua y escupirme en la cara por pensar diferente a ellos; he sentido el puñal por la espalda de cada uno de ellos por ser mejor; los he visto correr hacia el poder para no dejarse tocar. Los he visto mentir y falsificar para salvar su propio pellejo. Y éstos, como si fueran premiados, gozan de la vida que yo no quiero ganármela así de fácil.
Mi padre dijo siempre en casa: el hombre pesa por lo que hace y responde por lo que dice. Comprendo con pena que los que un día me dieron la mano, nunca tuvieron un padre como el mío. Ni una madre que supo sonreír cuando las mañanas brillaban más, mañanas en las que el sol era devorado por las grises nubes de las tormentas que detonaban en casa, cuando no cumplíamos con una labor encargada.
Dónde encuentro ahora a esos hombres que como mi padre ya no existen de mi edad, dónde busco a esas mujeres como mi madre, que saben en qué momento ayudar. Mis amigos dejaron de serlo, pese a que yo quería que algún día lo fueran. Cuando los dejaba que insulten a mis espaldas y roben el dinero que nunca fue de ellos, engañando sin compasión. Pese a que traicionaron su casi nada de conciencia y atacaron por ira y venganza.
Qué le puedo pedir a la sociedad, cuando mi hija entre en su mundo, y salga del que yo he creado para su infancia. Como saber si mañana la vida será como yo quiero que sea, honesta, divertida y con muchas responsabilidades. Donde las más frías y negras tormentas terminen siempre con un radiante sol que brilla en mis ojos diariamente. Sueños para soñadores, vida para los de carne y hueso que no pierden tiempo para aprovecharse de la vida.
Si un día me llené de rabia, me arrepiento; debí aprender primero de mi error y luego aplicar mi nuevo entendimiento. Ya no son 15 los años que me acompañan, ni 38 los compañeros de la universidad. Ahora cargamos más peso, arrugas y demás. Donde sonreír es complicado porque cada luna te llena de felicidad. Diría entonces ese viejo escrito mío cargado de soledad: hermosa rosa negra con finas espinas entra en mi piel como puñal clavado por tus manos de mujer apasionada que no llora por la vida que ha vivido.
Son muchos los deseos y pocos los sueños cumplidos, porque sé que aun no ha terminado mi recorrido.

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