lunes, 29 de agosto de 2011

EL PERÚ AL SERVICIO DE LAN

EL PERÚ AL SERVICIO DE LAN


Sigifredo Orbegoso V.


LAN tiene una historia de cómo ha puesto al Perú a su servicio, como otras inversiones de nuestros vecinos del sur. Así para apoderarse del mercado aéreo, se encargó de investigar la vida y milagros del dueño de Aéreo Continente, señor Cevallos, quien había comenzado a incursionar en Chile como un peligroso competidor. El propósito fingido era culpar al empresario de ser narcotraficante. ¿Se trataba de una colaboración generosa con la justicia en la lucha contra el narcotráfico? No. Simplemente se trataba de sacarlo del medio, en Chile y de hundirlo en el Perú para apoderarse de los cielos peruanos, una vez más, con ayuda de “compatriotas” nuestros.


Y ahora ¿cómo trata a los peruanos? Sus tarifas alcanzan a veces el doble de otras pequeñas líneas que superviven. Antes que “El Perú avance”, los trujillanos podíamos ir a Chiclayo y Piura cualquier día de la semana, ahora no. Hay que emplear muchas horas por tierra de ida y vuelta para hacer cualquier gestión, peor si hay que ir hasta Tumbes. ¿Y el turismo, con todos los descubrimientos arqueológicos hechos y por hacer? Bien gracias.


Y la atención en vuelos internacionales que por su duración deben servirse almuerzos o cenas, en las experiencias que hemos tenido - ¿mala suerte?- nunca se nos ha dado comida caliente. Han considerado suficiente un sandwich triple o doble envuelto en plástico y alguna gaseosa, jugo o café. El único periódico que se reparte es “Perú 2l”. Contrariamente a lo que ocurre en cualquier agencia de buses.


Pero esto no es todo. En el vuelo 2589 del 06.08 último, que venía de Quito, se quedaron varias maletas entre ellas la mía. Me hicieron firmar una proforma y me aseguraron que en el vuelo del día siguiente vendría la maleta (era cerca de media noche, no teníamos ropa de invierno y a esa hora no había donde comprar nada). Al día siguiente el equipaje tampoco llegó. Ni nos llamaban ni contestaban el teléfono que se nos dio. Al otro día a las 12 m. cuando me disponía abandonar el hotel para viajar a Trujillo, llegó un tipo fornido y preguntó por mi nombre, le dije que yo era y que un minuto más tenía que irme sin mi maleta. Me contestó: “Yo no sé. Deme esa proforma - que ya yo la tenía en mis manos - me la quitó y, agregó, firme aquí, en otro papel que ni me dejó leer. Y se marchó. . .Ya en Trujillo comprobé que uno de los compartimientos de la maleta asegurado con un candadito había sido abierto y se habían sacado cosas de poco valor felizmente. Indecopi dije yo…pero ¿más tiempo del que ya había perdido? No. Esperaré que haya otras líneas de “bandera” o no, si es que los dejan. . .

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