jueves, 24 de diciembre de 2009

Una historia en navidad.

Una historia en navidad.

Ha pasado ya buen tiempo desde que dejé de lado mi chaleco de prensa, ya no hay balacera, ni heridos tampoco muertos en mi diario andar. Con nostalgia solo leo los diarios para saber que ha pasado en el día; esos que ya no vivo.

Se que puede causar algo de revuelo, el afirmar por mi propia experiencia, que el periodismo no te llena el alma, te la endura, la enfría y sobre todo desaparece tu humanidad. Te hace estricto, posesivo, luchador, calculador, te da el sabor de jugar con el poder. Y a veces una nota social es un respiro de humanidad.

Díganme loco, pero creo que extraño eso, fueron muchos años y me llegué a encariñar con la sangre, la violencia diaria, los golpes bajos de la política, las broncas en los desalojos, los insultos y sarcasmos en las sesiones de consejo, las huelgas y bloqueos de pistas, calles y carreteras por parte de los de transporte.

Y demás broncas que son válidas para publicar, comentar y hasta criticar. Cuando veo los carros de prensa y mis amigos dentro, mis ojos buscan la noticia, se que aun no he perdido el toque, pero ya no tengo la misma continuidad de antes.

Como decirle a mis contactos que aun tengo vigencia, que pueden contar conmigo y que mis amigos de medios de comunicación pueden publicar la nota, esa nota que pudo ser mía. Ya no hay más deslizamientos de tierra o viajes de madrugada a las ciudades de la sierra de la libertad.

Ni tampoco los viajes ni en helicóptero ni en avioneta, con ministros ni con presidentes, por los ríos en pleno fenómeno del niño, ni diques de mampuesto que rebalsen, ni el centro histórico con cadáveres de un cementerio que nunca descansará en paz.

Si he podido resumir tanto tiempo en esos pocos párrafos es para no aburrirlos. Pero me gustaría decirles que ahora que ya estoy fuera de ese mundo de micrófonos, computadoras, cámaras de video y grabadoras, le he encontrado otro sentido a la vida. Y es que el nacimiento de mi hija devolvió en mí ese lado humano que se había extraviado en algún lugar.

En estas fechas, donde ya no tengo que cubrir accidentes, muertos o simples saludos navideños, quiero decirles que el saber compartir es vital en esta vida, y que el poder ayudar es lo más hermoso que he podido encontrar. Ahora con esta nueva responsabilidad, pretendo ayudar a muchos de los alumnos que aun quieren ser competitivos, y quieren cambiar su historia.

Por ellos, aunque no todos me quieran, pediré en mi oración, para que logren los éxitos profesionales y puedan escribir un nuevo texto con sus vivencias, derrotas y victorias. Feliz Navidad, y que el todo poderoso nunca deje de iluminar el sendero por el que han de trajinar siempre.

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