miércoles, 3 de febrero de 2010

“DOCENTES NUEVOS PARA ALUMNOS NUEVOS”

“DOCENTES NUEVOS PARA ALUMNOS NUEVOS”
José Huamán Delgado
Jhuaman@ucv.edu.pe

Este sugestivo y provocador lema utilizó la Universidad de Ciencias Aplicadas (UPC) para organizar, publicitar y realizar el XIII Congreso de Educadores, los días 26, 27 y 28 de enero último. La asistencia de más de un millar de directores y docentes de instituciones educativas privadas de todo el país y un excelente plantel de expositores, conferencistas y asesores de talleres aseguraron la credibilidad del evento, que sirvió para analizar: a) los modelos de gestión de la calidad aplicados a la educación, b) los modelos de gestión de proyectos, c) los perfiles de los docentes y de los alumnos, y, d) una serie de temas, sugeridos previamente por los interesados.


Algunas conclusiones se derivan de los análisis: a) los bajos rendimientos de los alumnos se originan en la deficiente preparación de los docentes para manejar las tecnologías de la información y comunicación con fines de aprendizaje ; b) limitaciones en la gestión de proyectos; c) deficiente formación pedagógica y sicológica de los docentes; d) percepciones sesgadas de los adolescentes por parte de los profesores.

Para objetivar el dramático antagonismo entre profesores y alumnos, referiré un caso, un tanto anecdótico, pero real: Cierto profesor aplicó a sus alumnos una prueba escrita, que, en su opinión tenía cierto grado de dificultad. La califiación de las mismas arrojó resultados altamente positivos y sorprendentes para el profesor. Motivado por su alegría convocó a los padres de familia para felicitarlos por el buen rendimiento de sus hijos. El inquieto profesor trató de averiguar los factores que habían generado el buen rendimiento de sus alumnos. Grande fue su sorpresa cuando se dio cuenta que sus alumnos habían utilizado sus celulares para responder las preguntas; resulta que la mayoría de celulares permiten acceder al buscador google, donde es fácil encontrar más de una respuesta para cada pregunta.

El caso descrito nos muestra, con toda claridad, que los dos actores principales del proceso enseñanza – aprendizaje, están distanciados. Por un lado, los alumnos de hoy han nacido en plena era tecnológica, o como se suele decir, han “nacido con el mouse en la mano”; son nativos y como tales dominan el manejo de las nuevas tecnologías: celulares, computadoras; ellos pueden manejar varios códigos a la vez: chatean , escuchan música , conversan con personas de su entono y con sus amigos que están distribuidos por todo el mundo y con muchos de ellos jamás se conocerán en persona; además son hiperactivos, no soportan la pasividad y en determinadas situaciones se ensimisman con mucha facilidad. En el otro extremo se ubican los docentes que se formaron profesionalmente en pedagogía , pero que han llegado, con cierta tardanza, a la sociedad tecnológica; por eso se dice que son migrantes y que se mantienen en ésta con una serie de dificultades; es decir, su situación de migrantes no les permite internalizar todos los secretos que traen las TIC ; en todo caso, tienen que aprender los lenguajes de los medios con mucho esfuerzo y con ayuda de sus hijos; pues, ellos son sus maestros, les enseñan a manejar la computadora, por ejemplo.


Ocurre que los maestros “…se formaron en un enfoque conductista, de aprendizaje por ensayo, error y repetición continua de ejercicios, un currículo fracturado y compartamentalizado en asignaturas como disciplinas había” (L. Trahtember., el maestro multipropósito). Esta formación profesional deficiente y ya desfasada no les permite motivar a sus alumnos para que piensen, desarrollen sus propias ideas, ni que trabajen en grupo. Siguen proponiendo tareas y exámenes para estimular la memoria y la repetición. Frente a estas prácticas, los empleadores de hoy requieren profesionales y ciudadanos formados en una pedagogía democrática, que cultive la autonomía, creatividad, iniciativa y libertad de pensamiento, que tengan sentido del humor, que sepan reconocer sus errores; en otras palabras, ahora es más importante cultivar la inteligencia emocional que la cognitiva.

Si este escenario, de por sí dramático, lo llevamos a la educación universitaria, nos damos cuenta que es aún más complicado. Los adolescentes de la educación básica , en la universidad se comportan como expertos en el uso de las TICs para solucionar sus inquietudes; además, ponen resistencia para abandonar las estrategias de trabajo que aprendieron en el colegio; no están dispuestos a innovar y asumir responsabilidades. Lamentablemente, en la educación superior, el problema se agrava porque los docentes no se formaron profesionalmente para desarrollar el proceso de aprendizaje, menos para desarrollar procesos de seguimiento y control que permita asegurar que los alumnos logren las capacidades, actitudes y valores que el mercado laboral exige.

Esta dramática situación tiene que ser percibirla, con toda claridad, los responsables de la gestión de las unidades académicas, donde se forman los nuevos profesionales. Algunas instituciones de educación superior tratan de solucionar este problema realizando talleres de capacitación pedagógica, por lo general de uno o dos días, que en el fondo es perder el tiempo. Otras rechazan todo tipo de capacitación pedagógica por considerarla innecesaria. En este complejo escenario, algunas instituciones de este nivel se han propuesto profesionalizar en pedagogía a sus docentes porque se dan cuenta que la calidad universitaria depende básicamente de la calidad de sus docentes. Este es el reto de los responsables de la gestión académica en la educación superior. Responder favorablemente a este desafío implicará viabilizar los procesos de acreditación.

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