lunes, 19 de enero de 2009

Días de lluvia, en un Trujillo que no lo soportará.

Por: ALVIHO

Cuando paso por algún lugar donde el agua de rio avanza enfurecida, recuerdo el fenómeno del niño, ese que en el 98 hizo sentir su paso y desnudó una verdad que hasta la fecha nadie se ha puesto a pensar en eso otra vez. O quizá el pueblo necesite recordar pero con imágenes lo que fue el desborde del dique de mampuesto, el paso de cadáveres por las calles de Trujillo o simplemente el deterioro de muchas casas, casonas y casuchas a consecuencia de la “bendita” que nos acosa hoy por hoy.

Si los lectores locales aun no lo recuerdan, yo sí y con detalles, porque por esas fechas trabajaba como reportero de una casa radial muy grande pero muy ingrata también. Entonces a mi me toco vivir esa experiencia donde a diario la ciudad soportaba grandes proporciones de agua que viajaban desde lo alto hasta golpear en pistas, veredas, techos “encementados” y frágiles; en rostros inocentes felices por la lluvia, en hombres preocupados porque sabían que no era nada bueno recibir tanta agua constantemente.

Y así fue, solo en poco tiempo los ríos elevaron su caudal preocupantemente, las defensas de rivera que se habían trabajado, dejaban notar la “criollada” de malos profesionales de la construcción que prefirieron llenarse sus bolsillos con dinero del estado y hacer obras que el agua-en su paso apurado y potente camino al mar- llevará en cuestión de horas. “Carreteras mojadas”, como dice una canción de un galancito peruano, eran también la preocupación de gobernantes porque estas mismas tampoco soportarían nada de lo que ya estaban ustedes leyendo.

Poblados aislados, puentes caídos, familias sin alimentos agricultores con productos descompuestos que nunca pudieron llegar a los mercados, desbordes de ríos pistas asfaltadas destruidas, cultivos y casas arrasadas, si todo eso me toco vivir, durante y después del fenómeno del niño del 98. Como no olvidarlo si me toco vivirlo como hijo, y como profesional.

Ahora, solo dos días de constante lluvia donde su mayor intensidad no duró mas de una hora, pero nos dejó ese mal sabor de que Trujillo no está preparado para eso; las pistas-ya maltratadas- debieron sufrir mas daños porque no tienen un sistema de drenaje y casas cuyos techos están mal hechos, son solo una pequeña muestra de lo que pude pasar si llueve como en el 98 donde el fenómeno del niño malcriado dejó a su paso: temor y destrucción.

Y a todo esto salta una pregunta, que debemos hacer nosotros, y las autoridades, cuando sabremos si lo que hacemos es beneficioso o no para actuar en situaciones como esta, porque la verdad a defensa civil solo la veo cuando la desgracia ya pasó y es que no recibimos capacitación o fuimos muy lentos y no aprendimos la lección.

“Que llueva, que llueva, la bruja está en su cueva”, cantaba yo en los 80 cuando aun era niño, y ahora canta mi hija cuando el Dios todo poderoso, creador del cielo y de la tierra, no deja saber que su poder es tan grande, que cuando él lo decida lloverá hasta que nosotros levantemos la mirada y nos acordemos de pedir perdón por nuestros pecados y exigir la salvación de nosotros como sus hijos.

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