jueves, 1 de enero de 2009

un regalo en navidad

Solo, en una navidad lejana a su realidad, vivió por dos meses. Cansado de lo mismo, con un enorme dolor en el alma que ya nadie podía curar, se hacia llamar el solitario de diciembre. Ya no recuerdo muy bien su rostro, pero sus ojos lloraban su dolor, sus pasos siempre buscaban el camino que un día perdió y sus manos llevaban aún una rosa muerta. Como no olvidar eso.

Cuando sentía el sol, su rostro buscaba lo más fuerte de la luz, como si quisiera perder la visión para no ver nunca más algo, que solo El vio. Entre sus ropas sucias y maltratadas por el tiempo, guardaba una solo fotografía, con dos rostros que nunca mas logro ver. Cuidaba más que a su propia vida ese icono de colores. Cuando su cansado cuerpo le pedía un tiempo para descansar, se llenaba el alma con una sonrisa que se perdía entre sus lagrimas y siempre tenia la foto entre sus maltratadas manos y sucias.

Por las tardes buscaba un parque, se lograba acomodar en un lejano lugar para que nadie lo molestara y tampoco molestara a nadie; sabia que su presencia causaba repulsión, lo sabía. En esos momentos dejaba que su mirada se perdiera en un vacío hasta llegada la noche. No quería recordar, o simplemente guardaba sus recuerdos para la noche. Esas noches de largo caminar. Cuando el sol se despedía con tibios rayos de roja luz, regresaba su mirada a su maltrecha alma y salía en otro rumbo pero con todos sus recuerdos.

Usaba la misma ruta cada noche y en especial el mes de diciembre. Salía del parque, caminaba en dirección a una gran avenida y solo seguía a sus pasos, esos los llevaría a donde quería llegar, a ese mágico lugar donde el podía recordar con la fotografía en sus manos, donde sus lagrimas podían llegar a la marchita flor y buscar esa esperanza de revivirla alguna noche, como esas que dejo de vivir cargadas de pasión y locura, donde los besos tiernos, cálidos, apasionados y locos navegaban por el cuerpo de esa mujer que una vez lo amo.

Bajo la sombra del día que dejaba de vivir, su mirada buscaba ese brillo en cada dama que cruzaba por su andar, y nunca lograba encontrar. Fue ahí cuando entendí que esa fotografía era la sonrisa de su moribunda alma, era el brillo de esa mirada que siempre buscaba noche a noche con desesperación. Ahora lo entiendo. Pobre, miserable ser que sufría y yo simplemente sentía lastima por el.

Ya es de madrugada, y aun no duerme, sus pies hinchados y maltratados siguen la misma ruta, dan la vuelta en el mismo lugar y regresan por el camino que lo vio salir la tarde de ayer, ese que lo esperara siempre con mucho cemento por desgastar, hasta que su cuerpo deje de caminar. Ya de mañana el tibio sol ilumina una vez más su muerto corazón, como si lo guiara al lugar de partida para esperar la tarde y perderse otra vez hasta llegar al mismo lugar para buscar lo que ha perdido.

Con la misma rosa marchita, y el cuadro entre sus manos, busca ese brillo para poder soñar y amar, como una vez lo pudo hacer antes de diciembre, como si buscara un verdadero regalo en navidad.
25 dic 2008

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