miércoles, 9 de enero de 2013

PENOSA CRISIS DE AUTORIDAD EN EL PERÚ


PENOSA CRISIS DE AUTORIDAD EN EL PERÚ

Sigifredo Orbegoso V.

Por definición la autoridad es “la persona que tiene el poder y el derecho para mandar y para hacerse obedecer” por disposición de la ley, y también porque es una persona respetada por su capacidad intelectual y virtudes morales. Este concepto se hace  extensivo también a las instituciones.

En el Perú  ¿cuál de los Poderes del Estado y de la “Instituciones tutelares” constituyen un paradigma de idoneidad y moral como para ser emuladas y obedecidas sin reparos y sospechas? ¿El Ejecutivo bisexual en el que al final no se sabe quién decide, seguida por una comparsa de ministros  que más bien parecen áulicos de viejas monarquías que de una República democrática? ¿Cuál es el Proyecto Nacional que ejecutan?

¿Qué decir de un Congreso en que la mediocridad pareciera ser el requisito para acceder a una curul – con la excepciones que confirman la regla – y además afectados de una angurria crematística deplorable, como lo son sus ansias de figuración? ¿Dónde están los “patricios” de otras épocas?  ¿Y el Poder Judicial con su crónica falta de ética y sumisión a los poderes políticos o económicos, muchas de cuyas sentencias y liberaciones de criminales son escandalosas?

Las FF.AA lamentablemente tampoco son ajenas a esta triste realidad, sobre todo en la compra de armamentos como cohetes que les revienta en la cara, o compras por grandes montos que se hacen sin licitación o a quienes venden más caro y de peor calidad. Estos hechos  se denuncian pero nunca se responden. ¿Será porque los compradores están bien lubricados y les resbala?  ¿Y la Policía? No se sabe cuántos siguen creyendo en que “El honor es su divisa”, y cuántos piensan que es mejor alquilar sus armas a los delincuentes u otros pasarse a las huestes del hampa y ser abatidos por sus ex compañeros honestos que luchan contra el crimen.

Y todo esto se refleja penosamente en la vida diaria. Un botón de muestra: el tránsito vehicular en una ciudad es esencial. En nuestro país, en la capital y en algunas principales ciudades es un caos, peligroso y estresante. Los choferes – cuyo perfil cultural e higiénico deja mucho que desear – hacen simplemente lo que se les da la gana: nadie se “cuadra” para que suban o bajen pasajeros, lo hacen en medio de la pista en un cruce. Los micros, combis y taxis conducidos a veces por muchachos con todo el aspecto de tarados, cierran el paso, se suben a las veredas para avanzar, etc. Paraderos, que otrora había, simplemente no existen. Las famosas tranqueras han proliferado por todas partes lo que indica que el negocio rinde. Pronto pondrán  alambradas  dizque para evitar los asaltos y robos ¿se han evitado?  ¿Y la policía, el serenazgo y seguridad ciudadana? ¿Patrulleros, motocicletas uniformados para qué? Más se ha ahorraría y menos molestia causaría decretar el “Toque de queda” y se acabó. En ningún país civilizado - aún del tercer mundo - hemos visto se recurra a estos “métodos” para “ordenar” una ciudad y esto sin hablar de los rompemuelles cuyo nombre desconocen.

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